Aportes de la política de género de la Universidad del Valle para la construcción de una sociedad en paz
Posso Quiceno, Jeanny Lucero | 2018
Este proyecto tuvo como objetivo hacer un diagnóstico sobre las prácticas y relaciones de género en la comunidad universitaria, que permitieran analizar las condiciones institucionales que favorecen u obstaculizan la equidad de género entre los distintos estamentos que pertenecen a ella, para aportar en la construcción de la política de género de la Universidad del Valle. En este sentido, el proyecto logró establecer una línea de base que sirvió para establecer la situación y naturaleza de las relaciones de género en la Universidad, los desequilibrios que existen entre hombres y mujeres a nivel de estudiantes, profesores y empleados, a fin de explorar las relaciones y prácticas de género en la comunidad universitaria.
Para la recolección de la información y el análisis de los resultados del proyecto se tuvo como categorías centrales el género y el enfoque de la interseccionalidad, puesto que la incorporación de esta perspectiva análitica permite visualizar y reconocer la existencia de relaciones de jerarquía, asimetría, inequidad, desigualdad que se generan en la articulación del género con otras categorías de diferenciación social. Dentro de este marco general, para el desarrollo de los objetivos específicos se utilizaron conceptos más operativos como el de brechas de género, relaciones y prácticas de género, que permitieran identificar, describir, analizar y medir las desigualdades de género que se revelan en los distintos estamentos que componen la comunidad universitaria. Así mismo dentro de los desarrollos de la categoría de género la investigación hizo uso de los análisis que se aproximan al estudio de las sexualidades y diversidades de género, para lo que se consideraron conceptos como los de identidades de género, orientación sexual y expresiones de género que permitieran hacer un primer acercamiento a la forma como se expresan y participan los miembros de la comunidad universitaria pertenecientes a colectivos o grupos que manifiestan identidades sexuales o de género no hegemónicas.
En términos de los objetivos propuestos en la investigación los resultados relacionados con el análisis de las brechas de género, tanto el análisis resultante de la información de corte cuantitativo como cualitativa mostró la persistencia de las brechas de género en los tres estamentos de la Universidad (estudiantes, docentes y empleados-trabajadores) que tienen su expresión, tanto en el ámbito académico como en las condiciones laborales de docentes y empleados/as-trabajadores/as. De un lado, en el ámbito académico, y tal como ocurre en otras universidades de América Latina y Europa, hay una especie de división sexual del trabajo académico que establece disciplinas científicas feminizadas, a las que se atribuye una menor valoración simbólica y social, así como disciplinas masculinizadas que ostentan la más alta valoración social y económica. De otro lado, las inequidades también se expresan en las tareas y funciones diferenciadas asignadas a hombres y mujeres en este ámbito. En la Universidad del Valle la brecha de género se expresa de manera evidente en la distribución de hombres y mujeres en la matrícula estudiantil contrastante entre la Facultad de Ingenierías y la Facultad de Salud. En términos de los docentes estas brechas se expresan de entrada en la proporción de hombres y mujeres de la planta de docentes nombrados, en la que solo una tercera parte corresponde a mujeres docentes, asi mismo en la jerarquización de las categorías docentes y los salarios que perciben hombres y mujeres. De forma similar a lo que ocurre en el ámbito académico, entre el personal administrativo-trabajadores/as hay una división sexual del trabajo en la que, por ejemplo, las labores secretariales corresponden casi en un cien por ciento a las mujeres, mientras los hombres están sobrerrepresentados en los cargos de dirección y son la casi totalidad de los trabajadores de vigilancia y seguridad. Tales diferenciaciones y desigualdades se agudizan cuando en el análisis se consideran simultáneamente otras variables como la identidad étnico-racial, las condiciones socioeconómicas, las identidades de género y sexuales diversas, que implican desventajas para grupos específicos y personas dentro de los distintos estamentos, y que se manifiestan en formas determinadas en los indicadores cuantitativos y en los relatos de entrevistados/as sobre su vivencia de la universidad.
El análisis de las prácticas y relaciones de género a partir de grupos focales, observación participante, analisis de imágenes, páginas web, redes sociales, y revisión documental, evidencian una tensión entre la transgresión y la conservación del orden de género por parte de distintos sectores de la comunidad universitaria que reflejan las transformaciones que se vienen dando en la sociedad regional. De un lado, hay grupos de mujeres entre los distintos estamentos que reclaman un tratamiento igualitario retando la hegemonía masculina, de otro hay mujeres que aceptan el orden tradicional de subordinación y hombres que siguen ejerciendo prácticas asociadas a las masculinidades más tradicionales que van desde ignorar a las mujeres hasta devaluarlas, intimidarlas o incluso violentarlas de formas sutiles o más explícitas en los distintos contextos de interacción, también hay, por supuesto, hombres que no comparten estos valores, pero son escasos los que plantean y ejercen abiertamente otro tipo de masculinidades. El principal resultado encontrado es la reiterada invisibilización, por omisión, de las mujeres como integrantes de la comunidad académica y el desconocimiento de sus roles en el entorno universitario. En este contexto también han emergido grupos minoritarios y personas aisladas que expresan orientaciones sexuales e identidades de género no hegemónicas que también retan el orden de género dominante y, en específico, los valores asociados a la heteronormativividad y la heterosexualidad obligatoria. Si bien hay un discurso oficial de aceptación de las diferencias y no discriminación, las prácticas cotidianas, en las que son comunes las burlas, los rumores, las miradas de rechazo o censura, e incluso distintos niveles de agresión, revelan la tensión que se presenta en distintos espacios académicos y no académicos en los que subyace el orden heteronormativo que marca una aceptación condicionada del que es “diferente”, que lo/la obliga a guardar discreción y evitar hacer visible su identidad. Es decir, hay aceptación, pero no una real inclusión de las identidades de género y sexuales diversas. Se observa que la aceptación es diferenciada de acuerdo al contexto más feminizado o no de los grupos, o la diferenciación entre áreas de conocimiento típicamente masculinas o femeninas, sin que de fondo haya un cuestionamiento a orden de la heterosexualidad obligatoria y a las masculinidades hegemónicas.
En el campo específico de las prácticas pedagógicas, al que se hizo una aproximación a partir de técnicas cualitativas (entrevistas, grupos fociales y análisis de documentos) se encontró también un contraste entre un discurso de inclusión de las diferencias de todo tipo (género, étnico-racial, de diversidad sexual, de diversidad funcional) con prácticas y condiciones institucionales tanto dentro como fuera del aula que no permiten hacer realidad tales intenciones en el discurso. Por ejemplo, en muchos casos los docentes tienen dificultades para manejar las situaciones que se presentan con estudiantes en situación de discapacidad o cuya identidad sexual o de género es diversa, tanto porque no tiene información previa de quiénes son sus estudiantes como por falta de orientación por parte de la institución sobre procedimentos y prácticas pedagógicas más incluyentes. De otro lado, la Universidad como institución tiene todavía muchas dificultades para reconocer las personas con situación de discapacidad, no tiene las condiciones en el espacio físico para ello, y los recursos institucionales aún no son adecuados ni suficientes para el desempeño de personas con limitaciones auditivas, visuales, entre otras, dentro del campus. Las diferencias más reconocidas en el discurso como el género o las diferencias étnico-raciales se siguen tramitando de forma sutil en la práctica cotidiana mayoritariamente a partir de prenociones y visiones tradicionales sobre la feminidad y la masculinidad o sobre visiones estereotipadas de las diferencias culturales y prejuicios racistas que no se explicitan.
De todo lo anterior se puede extraer que no hay una apropiación por parte de los/as integrantes la comunidad universitaria de las normas y discursos que persiguen la equidad e inclusión social, que la Universidad ha suscrito de forma reciente, tal como la Política de Discapacidad e Inclusión, y, en este sentido, en términos institucionales, todavía existen muchos obstáculos para transformar las prácticas cotidianas que permintan mejorar los indicadores de equidad entre hombres y mujeres en su diversidad, así como el reconocimiento a las diversidades de género y sexuales, y el cuestionamiento de los cánones que marcan la “normalidad” para incluir la diferencia en los diferentes ámbitos de la institución. Tales obstáculos se ven reflejados en la normativa todavía vigente de diversos acuerdos y resoluciones, establecidas alrededor de hace dos décadas y otras más recientes, que rigen la vida universitaria. De acuerdo con la revisión y análisis que se hizo de las normativas institucionales a partir de un análisis ontológico, es decir, la indagación por la concepción de sujeto presente en el discurso, así como la revisión del tratamiento lingüístico que da a ese sujeto y el marco jurídico e ideológico de los textos, se encontró la invisibilización taxativa de la población femenina y diversa de la Universidad a nivel de su mapa conceptual, discursivo y normativo, el cual se basa en una concepción meritocrática y positivista que no logra dar cuenta del paso del tiempo y las transformaciones del país y la región. Tal como está enunciado, dicho modelo normativo se formuló desde afuera y desde arriba, y no fue construido a partir de las condiciones reales e históricas de la comunidad universitaria. En este sentido, la diferencia es asumida como un valor y no como un hecho real social, producto de un proceso social e histórico nacional marcado por toda clase de desigualdades que requieren ser contrarrestadas. Por lo tanto, solo se conciben y reconocen diferencias positivas mientras que se invisibilizan las diferencias negativas o desigualdades.
Para finalizar, la ejecución de este proyecto ha tenido como resultados no sólo identificar los factores y la formulación de propuestas que puedan contribuir a la construcción de la política de género ( 1. La formación en perspectiva de género para todos los estamentos, 2.La incorporación de una perspectiva crítica y acciones concretas para contrarrestar las brechas e inequidades de género existentes en la institución, 3.La construcción de una cultura institucional con perspectiva de género, que favorezca los derechos humanos, el reconocimiento de la diversidad social, cultural, de orientación sexual e identidades de género no normativas, y la promoción de la equidad de género, 4. La prevención y atención a las violencias basadas en género y a la discriminación en los ámbitos académico y laboral. ), también se avanzó en la consolidación del Plan de desarrollo del Centro de Investigaciones y Estudios de Género, Mujer y Sociedad, así como promover en distintas instancias de la Universidad la formulación de la Política de Género, entre ellas en el Consejo Académico, la Vicerrectoría de Bienestar, la Dirección de Regionalización y la Dirección de Autoevaluación y Calidad Académica.
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